dimarts, 26 d’octubre del 2010

DEDICADO A TODOS AQUELLOS SERES QUE UN DÍA DEJARON DE ESTAR ENTRE NOSOTROS



DEDICADO A TODOS AQUELLOS SERES QUE UN DÍA DEJARON DE ESTAR ENTRE NOSOTROS

De tanto en tanto tenemos la desgracia de que la muerte se adentra en nuestro entorno de forma furtiva y arrastra a alguien querido, como si la vida no fuera más que una ilusión pasajera. Todos los seres queridos del difunto hacen un impás en su vida. Es como si por un tiempo, la filosofía se apoderara de nosotros; dudas, esperanzas, la sensación profunda de lo efímero, la existencialidad reducida a un solo momento: la muerte.Esa sensación de paz que el finado transmite desde su ataud, la última cama, la del descanso eterno; nos emula una tristeza profunda, una sensación de irrealidad, como de vivir un sueño. Es en este momento cuando todos los presentes y ausentes , amigos e incluso enemigos, contribuyen a forjar el milagro.Por unos días, todos y cada uno de sus conocidos le recordarán: unos como madre o padre, otros como compañero inseparable, otros como amigo...Nos vendrán a la mente pequeñas escenas vividas con él: grandes momentos, pequeños encuentros, historias compartidas... A la par que sus células, sus átomos, su esencia... vuelven a formar parte del cosmos; vuelven a prepararse para, tarde o temprano, encarnar en nuevas vidas. Conforme todo eso pasa, por unos instantes, su vida se recobra en la memoria de todos. Es como si, con los pequeños recuerdos que en cada uno de nosotros afloran, nuestro querido desaparecido adquiera vida y, de esta manera, le rendimos el mayor tributo de que somos capaces : el recuerdo.Descansa en paz.